De un tiempo a esta parte se ha impuesto una nueva “clasificación” ideológica en la cual buscan encasillar a unos y otros.
Izquierdas y derechas sean convertido en esta nueva identificación con la cual unos y otros buscan descalificar al oponente. Yo mismo fui calificado de “ultra derechista” por algún medio de comunicación local.
Esto me lleva a pensar el tema en varios aspectos que hoy quiero compartir con todos. Para empezar una cosa quizás menor, o no tanto. En la política argentina nunca hubo derecha o izquierda, éramos zurdos o fachos. A mi entender esto se impuso en los ´60s y ´70s con una sociedad argentina mucho más politizada, mucho más involucrada, una militancia mucho más formada y preparada. La calificación de “cuadro” era una calidad que no todos los militantes o simpatizantes alcanzaban.
Esa misma generación, de un lado y del otro, fueron modelo que sirvió de guía o modelo entre las clases políticas del resto del continente.
Y entonces??? Que nos pasó?? De donde sale ahora esto de “derecha” o “izquierda”??
La degradación del aparato político, arrastró consigo a la militancia y a esa sociedad que leía y se interesaba por la política y la realidad nacional. Los “cuadros” de ayer se transformaron en meros repetidores del panfleto, en muchos casos incapaces de hilvanar una oración con otra, una idea con la otra. Estos militantes de cartón buscan desesperadamente llevarnos al barro de sus incapacidades y sumirnos y atraparnos en un debate estéril donde nadie sale ganando y todos perdiendo.
Esta degradación de esa calidad militante nos hizo perder nuestra identidad criolla propia y adaptar estas nuevas definiciones, propias de Cuba o de la Venezuela chavista.
Pero vamos un poco más allá. Esta calificación nace de la revolución francesa, donde unos y otros se sentaban a la izquierda o a la derecha dentro del hemiciclo del nuevo parlamento francés. Por ende, encuadrarse o encuadrar a otros en estos preconceptos implica un sometimiento a una categoría cultural que no nos es propia o sea estar culturalmente colonizados.
Esto es algo que personalmente rechazo de plano y acá les presento mis razones. Mis 54 años de edad, vividos en una familia donde se respiraba y se respira política me dio la oportunidad de conocer y compartir con personas que podrían ser catalogadas como ultras, tanto de un lado como del otro. Y en ambos casos encontré en unos y en otros, personas que realmente aman nuestro país y que realmente buscan y quieren el progreso y bienestar de todos. Claro, también conocí de los otros, tipos mezquinos, chiquitos, mediocres, que solo pensaban en sí mismos y se escondían en una teoría política o en otra.
Estamos atravesando la peor crisis de la historia de nuestro querido país. Es tiempo de grandezas, personales y políticas.
Como sociedad debemos superar aquello que buscan imponernos desde afuera para dividirnos, mientras un grupo de filibusteros y mercenarios se enriquece, roba y saquea a manos llenas y todos nosotros sufrimos porque a pesar de rompernos el lomo trabajando la plata no alcanza. Cuando vemos como la educación que nuestros hijos reciben es deplorable, a pesar de los esfuerzos de nuestros maestros y docentes. Cuando nuestros familiares o amigos se mueren porque alguno se roba las vacunas.
Los argentinos que queremos nuestro país debemos sentar a conversar y buscar nuestros puntos de contacto desde donde volver a construir un proyecto en el que estemos todos adentro. Y vale decir que no hace falta ponerse muy creativos ni tratar de descubrir el agua tibia. Nuestros padres fundadores ya lo hicieron por nosotros. Los principios establecidos en nuestra Constitución Nacional deben ser el punto de partida y el sistema republicano de gobierno la forma.
Los objetivos nacionales fijados en nuestro preámbulo de constituir a la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad deben volver a ser nuestro norte y guía.
Excelente Diego! Cómo siempre!
Excelente Diego. Comparto totalmente.
Muyyy bueno Diego un genio