En estos días, nuevamente se puso de moda el archirremanido debate sobre la “libre portación” de armas o el desarme. Siempre con los mismos (viejos y polvorientos) argumentos y sin ningún tipo de análisis profundo de las cosas.
Para empezar, hay que tener en claro algunas cosas: la libre portación es un hecho, los delincuentes tienen y usan armas de todo tipo y sin ningún tipo de control, permiso o autorización. Pero para algunos políticos pseudo progres, esos hippies con prepaga premiun, el gran problema son las armas de los ciudadanos que las poseen y usan con fines deportivos o recreativos o los efectivos de las FFSS que portan sus armas cuando están franco de servicio.
Analicemos cada situación en particular.
El personal de las FFSS, en una situación normal, trabaja 8 horas diarias durante 5 días y eventualmente realiza horas extra como cualquier trabajador normal para completar 12 horas diarias. Esto determina que para cubrir un puesto de vigilancia en una esquina de la ciudad las 24 hs los 7 días de la semana se necesitan al menos 3 a 4 efectivos, según como esté organizado el servicio. Dicho de otra forma, tenemos 3 a 4 policías de franco por cada uno que esta de servicio.
El estado realiza una gran inversión para formar y capacitar a cada efectivo policial tanto en todo lo concerniente al derecho, procedimiento policial, tiro o defensa personal, entrenamiento físico y sucesivos exámenes psicofísicos sólo por mencionar algunas de las materias específicas de la capacitación policial.
Un efectivo policial tiene muy claro en qué momento debe usar su arma y cómo debe usarla. A pesar de esto, y debido a toda una corriente mal llamada garantista del derecho o como se lo conoce “sacapresos” (abogados, jueces y políticos), los policías que usan su arma para defender a la sociedad muchas veces son cuestionados y expuestos al escarnio público mucho antes de ser investigados los hechos, hasta el punto que muchos han muerto a manos de los delincuentes porque dudaron, fruto de este psicoterror progre, y no usaron su arma y otros tantos literalmente ejecutados por los delincuentes al encontrarles sus credenciales y estar ellos desarmados.
Pero para estos “políticos” no hay problema, la sangre del policía seca rápido y no deja manchas.
Frente a una situación de inseguridad creciente debemos emplear los recursos disponibles al máximo y volver al concepto que durante mucho tiempo fue el rector de la actividad: El policía es policía las 24hs del día y esto es así porque el ser policía no es un trabajo, es un servicio, como el médico o el maestro.
Pero para que nuestros policías puedan actuar correctamente al momento de ser testigos de un ilícito o ser llamados por un vecino frente a una emergencia, deben tener sus “elementos de trabajo” disponibles.
Plantear otra cosa es lisa y llanamente un despropósito, fruto de mentes adormecidas por los vahos del alcohol o de alguna sustancia ilícita.
Pero qué hay de los civiles? Si un ciudadano quiere comprar un arma tiene que cumplir con una cantidad de disposiciones entre las que se encuentra demostrar un medio lícito de vida, presentar un certificado de antecedentes, someterse un examen psicofísico, realizar un curso de capacitación sobre el uso del arma y esperar ente 6 meses y un año hasta que al ANMAC le otorgue su credencial de legítimo usuario (CLU). Recién con esta credencial está autorizado a comprar un arma para TENENCIA. Sólo la puede tener en su casa y transportar hasta el polígono de tiro para su uso y este transporte se debe realizar con el arma desarmada, sin posibilidad de un uso inmediato.
Para obtener una PORTACION el ciudadano debe realizar un trámite especial en la ANMAC y justificar en forma fehaciente la necesidad para que esta portación se otorgue y esta le será otorgada para un arma especifica de su propiedad. Este trámite demora a veces hasta mas de un año.
Con esto quiero decir que NO es fácil tener un arma legal y mucho menos portarla.
Pero repito lo que afirmé al principio: la libre portación es un hecho para los delincuentes. Ellos no hacen trámites, ni esperan meses o años para estar autorizados, ni están entrenados ni mucho menos pasan un psicofísico.
Según los datos de la ANMAC de 2019 en Argentina hay aproximadamente 1.100.000 ciudadanos con CLU y cerca de 1.600.000 armas registradas y la participación de estas armas y estos ciudadanos en actos delictivos es estadísticamente despreciable.
Las armas en manos de un policía entrenado o de un ciudadano respetuoso de la ley no son problemas. El problema son las armas en manos de la delincuencia.
Si, dentro del marco de la ley, un ciudadano usa su propia arma para proteger su vida o sus bienes o un miembro de nuestras FFSS usa su arma reglamentaria para proteger a la sociedad en la que vive no debe ser castigado o sometido al escarnio público, el cual muchas veces no hace mas que poner en extremo peligro a esta persona, sino que debe ser acompañado por las instituciones del estado con apoyo terapéutico porque para una persona que respeta la ley y la vida no hay nada mas traumatizante que tener que usar un arma para defenderse.
El desarme se debe realizar sobre los delincuentes y con todo el peso de la ley y empleando a fondo a las FFSS
Los delincuentes a los que se les encuentren armas en su poder deben ser encerrados, sus penas agravadas y las armas destruidas de manera instantánea luego de realizar las pericias del caso de forma de evitar que “se pierdan” o “salgan caminando” de los depósitos judiciales, policiales o de las misma ANMAC y retornen al circuito ilegal, como ha pasado innumerables veces.
Una sociedad sólo puede crecer y desarrollarse bajo el imperio de la ley y el orden que ella establece todo lo demás sólo genera caos y anarquía y los resultados de eso ya los estamos viviendo.
Diego Bavio
UNIR Santa Cruz